El día estuvo bastante bien y nos respetó la lluvia que, aunque cayó con
fuerza a mitad de la mañana, nos dejó
celebrar el resto del día. Se habían organizado puestos de comida y de tómbola
para recaudar dinero y fue todo un éxito. Nos lo comimos todo… el chancho, la
sopa de gallina, el vaho de res, los helados, la fruta… . también hubo ¡como
no! Folklores e incluso una representación por parte de alumnos y alumnas de
primaria de los hechos que acontecieron antes de que Nicaragua se independizara
y de las distintas banderas que había tenido. Después de bailar en la “disco”
que improvisaron los estudiantes de Secundaria nos fuimos a casa cansados pero contentos.
La kermesse había salido perfecta, yo no
hacia nada más que preguntarme que de dónde vendría esa palabra, así que me
metí en el “internete” y ahí estaba.
Siempre aprehendiendo ¡je,je!.Mi familia de los
Leche pensaba que era una palabra de Nicaragua, pero a mí me sonaba a francés y
no iba mal encaminada.
Menos mal que esta semana he
tenido transporte, porque alguna de las escuelas están un poquito lejos y con
las lluvias que se preparan en un momento, si te pilla en el camino es que te
empapas.
Por cierto que en este ir y venir de autobuses, me sigue llamando la atención la soledad
de las madres. Lo normal es ver esos autobuses llenos de chavalas jóvenes con sus “tiernos” a cuestas y unos
padres ausentes, que sólo se ven los fines de semana en los “cuadros de
beisbol” donde se reúnen para jugar y “tomar”. Mientras la mujer en casa
cocinando, lavando y ocupándose, en la
medida que entiende que se debe ocupar, de sus hijos e hijas.
Son muchos los niños y niñas que viven con sus abuelitas y que están solos
y solas enfrentándose a una vida que ni ellos mismos saben cómo manejar. Pero lo más curioso es que lo asumen de una
manera natural. Me contaba una amiga nicaragüense en España que lo que más le
dolía de las mujeres de su país era eso, ese conformismo y naturalidad con la
que viven el maltrato, no sólo físico, sino también de abandono, tanto de la mujer como del hijo o
hija.
Ellas esas madres jóvenes que repiten el modelo de parir y traer al mundo
“tiernos” a lo que no saben cuidar,
porque ellas tampoco han sido cuidadas. Que asumen su maternidad como si
fuera simplemente un error del que no tienen ninguna responsabilidad. Niñas y
niños que no saben los compromisos que adquieren cuando se ponen a “jalar” como
dicen acá al tonteo de empezar a tener
novio y de repente, te enteras que otra niña ha dejado los estudios porque se
va a a casar, ¡cómo si esa fuera la solución a los problemas!. La historia se repite de nuevo y otro niño o
niña que vivirá con la abuelita, mientras la joven, con un poco de suerte
trabajará limpiando o planchando en alguna casa en León o quizás tenga que
pasarse toda la semana o hasta 15 días sin ir a su casa y visitar a la familia.
Me preocupa este contexto cultural y sabemos que como docentes tenemos una
gran responsabilidad, es por ello
seguimos trabajando en el Programa Integral de la sexualidad, para que
entiendan que todo tiene su tiempo y que deben formarse primero como personas
adultas para asumir, en su momento, con madurez la gran responsabilidad que es traer
hijos e hijas al mundo. ¡qué difícil se
hace, a veces, transformar y cambiar
vidas!
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